Género
Hijos de los hombres podría catalogarse dentro del género de ciencia
ficción como una distopía apocalíptica[]
donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal o
utópica emplazada en un futuro cercano (Gran Bretaña en 2027). Los humanos se
enfrentan a una tragedia como especie: la extinción por infertilidad. Esto
unido a las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo a
cargo del Estado neofascista que gobierna llevan a una guerra entre dos bandos
que durante 18 años ha sido constante. En este ambiente desolador brilla una
luz, la de una clandestina joven que porta en su vientre la única salvación. La
trama principal, interesante de por sí, está narrada desde una perspectiva casi
intimista, por lo que parece aún más real.
En realidad
confluyen dos ideas apocalípticas: graves conflictos internacionales unidos a
una creciente actividad terrorista que ha destruído la mayoría de las grandes
capitales de la tierra (excepto Londres que está bajo un fuerte control
militar, donde se persigue a los refugiados ilegales). La otra idea es aún más
terrorífica: un extraño fenómeno ha sembrado la esterilidad a lo largo del
planeta, por lo cual no ha nacido ningún ser humano en 18 años. Cuarón no se
centra en explicar por qué los
científicos no han buscado formas de reproducción de laboratorio para perpetuar
la raza humana, ya que las causas de este cataclismo no le parecen tan
importantes como las consecuencias. Además las repercusiones de los conflictos
internacionales se utilizan para perfilar un contexto político e histórico,
pero las consecuencias del problema de la esterilidad humana se reducen a su
efecto en un grupo reducido de protagonistas.
Otras películas post-apocalípticas de referencia
podrían ser: “Terminator” de James Cameron , “V de Vendetta” de Jame McTeigue,
“The road” de John HillCoat, “Mad max” de George Miller, “Gatacca” de Andrew
Nicol , “1984” de Michael Radford, “Brazil” de Terry Gilliam, “Escape from New
York” de John Carpenter, “Matrix” de los hermanos Wachowski o “12 Monos” de Terry Gilliam.
Continuidad
y ritmo. Tiempo percibido
La
película está concebida con bastante planos secuencias, así que el tratamiento
del tiempo es fiel, si bien el tiempo percibido para el espectador debido al
montaje interno y a la tensión dramática es mucho mayor de lo que realmente
transcurre.
Aciertos
y carencias
La película, en todo
momento, intenta que los espectadores se identifiquen con los personajes.
Visualmente se consigue con planos secuencia
de gran atractivo. Aunque el espectador no se de cuenta, la sensación es que
sólo se ve lo que ve el protagonista.
Hay dos
escenas que se consideran de un tremendo derroche de virtuosismo en la puesta
en escena: la emboscada donde muere Julian Moore (rodada íntegramente en plano
secuencia desde el interior del vehículo y con mucha dificultad técnica debido
al espacio que ocupaba la cámara, su
sistema de desplazamiento y la coordinación de todos los actores) y la
huida de la casa de los revolucionarios empujando un coche que no consiguen
poner en marcha, también en plano secuencia y de mayor complejidad que la
anterior.
Otra
aportación es el punto de vista de la narración, filmando siempre lo que el
protagonista ve, excepto en algún momento puntual (ej: Cuando Theo prepara su
propia muerte y la de su mujer).
A medida que
avanza el metraje, el contexto político pasa a un segundo nivel para ir dando
más peso a la acción, al seguimiento que la cámara hace de la pareja formada por Theo y Kee. Cuarón
desperdicia (a lo mejor con premeditación) algunas de las ideas de la historia
original. Por ejemplo, la idea del futuro como consecuencia directa del
presente es puesta en escena de manera demasiado obvia, ya que el Londres de
2027 está lleno de detalles que buscan crear esa sensación en el observador, no
faltan referencias directas a la guerra de Irak o a los recientes atentados en
los núcleos más importantes de occidente, así como luminosos y pantallas
recordando constantemente el problema de la inmigración. Lo mismo ocurre con la
escena en la que los protagonistas consiguen salir ilesos de un edificio que
está siendo bombardeado por el ejército, gracias a que el llanto del bebé
consigue detener las balas. Aquí Cuarón basa la fuerza de este momento en la
espectacularidad y el derroche de medios, lo que deja a la escena por debajo de
lo esperado.
Novedad,
originalidad
Aunque la Apocalipsis ya ha sido explorada
con otras películas (desastres naturales, zombies, meteoritos), en esta se
plantea de forma cruda y tenebrosamente real. La fotografía tiene un tono
oscuro futurista y deprimente. Destaca también el trabajo de cámara con escenas
de mucha acción (vehículos, explosiones, mucho movimiento escénico) y la cámara
lo observa todo sin cortes, dando un ligero aspecto de documental.
Opinión
personal
Alfonso Cuarón nos muestra la incogruencia del
comportamiento humano, la intolerancia ante el miedo a lo diferente, nuestro
egoísmo innato y cómo el destino se burla de nosotros quitándonos la capacidad
de procrear. Un futuro caótico, clandestino y deshumanizado. Un futuro sin
futuro. Nuestra raza se encamina inexorablemente a su desaparición, que por
otra parte es bien merecida. Además la historia resulta sarcásticamente
contradictoria porque por un lado no queremos desaparecer pero por otro
concebimos todo lo necesario para exterminarnos los unos a los otros.
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